29 oct 2009

Como pez inmóvil


Ya lo decía -y no se equivocaba- Ismael Serrano en una de sus canciones: Mi vida, poco a poco, se va llenando de esos días tristes, grises y opacos, que uno omite en su biografía... Y yo, como pez inmóvil, me quedo quieta en medio de la inseguridad de una sociedad que, cual ballena, nos engulle.

El problema no viene únicamente de ayer, ni del siglo pasado; el problema nace y renace cada mañana ante nuestros ojos. Retrocedemos, nos dirigimos sordos y ciegos hacia un abismo hambriento, cruel y desalmado que nos sucumbe. De nada nos sirvió el miedo, ni el horror, ni una devastadora dictadura. De nada nos sirve tenerlo todo, ni poder comprarlo todo... Y es que la realidad es que no tenemos nada. No sabemos tener nada. Ya no valemos para luchar por nada. Hemos olvidado -error pequeño pero crucial- cuál era la razón de ser de quienes nos precedieron. Hemos asesinado todo amor por la cultura, nos hemos burlado del tesoro que se esconde en los libros, en las canciones y en los corazones de aquellos viejos poetas. Ni tenemos ideales ni nos importan. Nos dejamos arrastrar, arrastrar y arrastrar por la ceguera de la masa.

La mujer, por otra parte, ha pasado de ser un objeto resignado a ser un objeto disfrazado. Estamos obligadas a ser perfectas, a mostrar los huesos y un maquillaje que sature los poros de nuestra piel. Tenemos que dejar de comer; tenemos que ser madres, hijas, esposas, trabajadoras, estudiantes y bombas sexuales al mismo tiempo. Nuestra vida es frenética, pero si nos portamos bien y obedecemos a este estúpido canon de belleza, tendremos nuestro merecido caramelito de la aceptación social. Los hombres, no sé, son otra cosa. Ellos pueden salir a la calle en pijama si quieren. Nosotras, tenemos que ser muñecas guapas, estupendas y, no lo olvidemos, tontas. Ni gordas, ni feas, ni listas, ni descuidadas. Si queremos formar parte del juego, tenemos que ser una celebrity más.

Pese a todas estas cosas, lo que menos gracia me hace, lo siento mucho por los ignorantes e incrédulos que piensan que nuestro mundo termina en Gibraltar, es que millones y millones de personas siguen presas del hambre, del terrorismo, de la desesperación. Ellos no comen, a diferencia de nosotros, no por miedo al rechazo social, sino porque no tienen nada que llevarse a la boca. Ellos lloran por su trabajo, no porque tengan depresión o estrés, lloran porque los explotan. Ellos no van al hospital, no porque no quieran probar el milagroso bótox, simplemente porque allí los hospitales y los médicos no existen.

La lista de desajustes, ironías y barbaridades podría hacerla más larga, pero lo que hoy me preocupa más todavía es que, en gran medida, la responsabilidad de todos nuestros problemas la tendrán pronto los jóvenes. Sí, los jóvenes, esos individuos fluctuantes que se desahogan con el alcohol, que celebran su inmadurez con drogas, que no saben ni quieren vivir, que nunca lucharon ni lucharán por nada. Ellos, los que se conforman con ser mileuristas, tener un choche nuevo y una aventurita cada fin de semana.

Abróchense los cinturones, el barco de la resignación ya ha zarpado. Y yo, como pez inmóvil, veo crecer a esa ola que a más de uno nos ha tragado.

3 comentarios:

  1. Tampoco dan ganas de hacer mucho más ni de querer vivir de verdad cuando se piensa en todas esas cosas, a veces, la verdad.
    Sobre las mujeres...¿sabes? Parte de culpa la tienen las mismas mujeres, lo que me da mucha vergüenza. La representación social de las mujeres son las famosas, guste o no. Y el casi 90% se dedica a ser solo un cuerpo para llenar portadas y webs de internet para chicos, dedicándose a enseñar cuerpo, ser un trozo de carne y no preocuparse de tener o demostrar que tienen talento o son algo más. Por suerte no todas son así, y hay otras que saben la diferencia entre la sensualidad no vulgar y entre venderse como una chuleta. Qué triste...

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  2. "Por suerte no todas son así, y hay otras que saben la diferencia entre la sensualidad no vulgar y entre venderse como una chuleta." Me encanta, Nuria. A luchar por eso, mujeres.

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  3. Me he quedado absolutamente impactado con la entrada. Espero, francamente, que sea sólo una crítica y ese cinturón del que hablas no tengas que abrochártelo cada día en un agujero diferente...


    Intentaría escribir algo más profundo, pero la canción me está embobando...

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