29 dic 2011

La feria medieval





Hay algo de vida en esas lámparas que parecen casas. Hay humo en esas casas que parecen lámparas. Uno, dos, tres... Cuelgan los amuletos adornados con conchas y cristal. Huele a queso, a incienso, a castañas y a carnaval. Hay jabones de flores, juguetes de madera, arcos, flechas. Las piedras del suelo acarician nuestros pies. Te compraría uno de esos platos para que siempre comas conmigo. Te regalaría uno de esos colgantes para estar cerca de ti. Jugaría contigo al ajedrez, si me acordara. Me convertiría en ese deseo si lo pudiera cumplir por ti. Me metería en tu cartera, si es que así eres más feliz.

Podemos ser artesanos, duendes, arqueros o cetreros; podemos bailar una antigua danza agarrados de la mano con coronas de flores alrededor de nuestra cabeza. Saltaremos y brindaremos cuando caiga la noche y, en la feria, los malabaristas hagan volar sus bolas de fuego. Yo seré tu princesa, tú serás el trovador. Canta, canta conmigo. Ven a perderte en la feria del amor. Ven, alza tu copa, la Luna vuelve.







28 dic 2011

Días sucios






Mil heridas remuevo con una cucharilla en la taza de café. Me miro en el espejo y mis ojos son dos faros tenues, víctimas de la emoción. Los escaparates, las compras navideñas, el frío... Todo es artificial. Tu amor también lo fue, como la nieve que se deja ver tras el cristal.

Día a día las mismas personas ocupan el autobús. "Buenos días, qué frío hace", dicen. Amanece y una esfera roja se eleva poco a poco sobre la albufera. La observo, lentamente, a través de la ventanilla. La carretera se alarga, el humo nos invade, la gente corre. Todo sigue su curso en esta estúpida normalidad. En la calle los fantasmas se saludan, se analizan con una sonrisa cosida en la boca y comparten con prisa un mismo despertar. Se pierden las miradas en las luces del semáforo. Todos llegan al trabajo.

Somos dos imposibles encerrados en una jaula de temores. Somos estatuas que alguien debe corregir. Andamos, corremos, llegamos, comemos sin pararnos a pensar que algún día morirán nuestros relojes. La plaza está adornada como el cantante adorna una canción de amor. Todo es tan artificial... Los días están sucios, como la boca del metro; como la boca del lobo.

Pondré unas velas a ver si así ahogo mi pena y olvido. La Navidad es así, llega cargada de recuerdos unidos con imperdibles. La Navidad llega cargada de deseos falsos, postizos, imposibles. Las manos se enlazan, las mismas frases se rescatan del cajón y, con la sonrisa enlatada, abrimos una pasta de turrón. La tormenta sabe a calma si se adorna.

Camino hacia la estación, poco a poco, y cientos de ojos plateados me saludan. Han puesto un tren para niños en la plaza, unos renos falsos, un puesto de regalos caros. Los transeúntes, con los huesos pesados, intentan llenar su vacío comprando algunas cosas que pondrán como parches para curar el dolor de sus familias. Alguien mira al cielo, alguien come helado. El McDonald's está a punto de reventar. Yo te busco entre las luces de los taxis, entre un montón de vidas rotas por la maldita crisis. Todo sigue su curso en esta estúpida normalidad y un niño, sobre el bordillo, se abrocha el zapato.

Llego a la estación. La gente espera, la gente se despide, la gente sueña. Sigo el camino de las sucias palomas que vuelan como fragmentos de estrellas. Sonrío y miro el cielo invernal vestido con esa intensa luz azul artificial. Los corazones se vuelven de goma, la ciudad, como la sociedad, está en coma. Llega el autobús y me muero de sueño. Todos suben. Centro mi atención en la radio del vehículo y, mientras observo las aburridas fachadas de Valencia, llega a mi mente el recuerdo de una habitación roja con ventanas a ras del suelo. Quizá hay un pastel en el horno. Quizá los sillones son verdes. Quizá un hombre sonríe mientras un gato se sienta en la ventana. Quizá un bebé llora. Quizá una cuna se mece. Dejo de pensar. El autobús frena. Todo es tan artificial...



5 dic 2011

Volver atrás



No puedes volver atrás,
no tienes más que seguir.
Que no te aturda el engaño,
sigue, sigue hasta el final.

Víctor Jara



Déjame volver atrás,
donde sé que todo empieza.
Quiero pisar esa senda
que me lleve hacia el inicio.

Sabré que alegrías esperan
y las tristezas que viviré.
Querré a los que me quieran,
correré y no pararé.

No puedo seguir despierta.
Soy anhelos de mi ayer.
El amor es un fantasma
al que no puedo morder.

Déjame volver atrás,
hasta el patio del colegio.
Volverán las golondrinas
pero yo estaré muy lejos.

Este hoy ya no lo quiero.
Soy la sed en el desierto.

Dile a esos niños
que no me llamen
"profe". Quiero
ser pequeña
y que lo noten.

Cantaré, dibujaré,
estaré fuera de
este saco de penas
que yo no compré.

Mi retrato es simple,
lo borraré.

¿Dónde ha ido mi alma?
Iré tras ella.
Volveré a pisar la senda
que mis pasos crearon.

Se escapa el gato,
sale ya por la ventana.
Lo retengo entre mis brazos.
La rutina nos atrapa.

Huye, gato, tú que puedes
con la luz de la mañana.
Vuelve al mundo del que vienes.
Vuela ya, como mi alma...

pequeño por ti y por mí.
Sé pequeño por última vez.