6 abr 2012

No tengas miedo





Luego Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo.

—¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!

—Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tenéis tanto miedo?
Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»


Un barco naufraga, tiembla
y se hunde en la tempestad.
Un corazón inquieto, muerto,
se ahoga en mitad del mar.

"No tengas miedo", me dices.
Yo sé que me vas a ayudar
pero las olas son tan altas
que ya me van a tragar.

Se tambalea la barquita
con mis sueños de papel.
Una mujer llora y tirita
con el frío pegado en su piel.

Puse mis ilusiones en una cajita
y al fondo del mar la tiré.
Hoy el infierno mi sangra habita
y siento que navego sin timón,
sin timonel.

Sé que no he sido perfecta
y mis errores me hicieron caer.
Pero tú abriste la puerta,
me enseñaste que con fe
todo se puede vencer.

Es la noche oscura y tiemblo
en una nave a la deriva.
Llegan mis gritos al cielo
mientras sangran mis heridas.

Te pisotearon como a una flor,
te dejaron solo y te olvidaron.
Te engañó quien más te amó
y a en la cruz te condenaron.

Vuelve a mí, tú que venciste
y de tu mano llévame.
Pues mi barco no resiste
y sin tu ayuda me ahogaré.

"No tengas miedo", me dice
quien camina sobre el mar.
¿Qué hombre es éste, al
que el viento y el agua
obedecerán?

Soy tu mano, soy tu fuerza,
soy la luz que hace de faro
cuando en mitad de la tormenta
siempre viajas de mi mano.