12 ene 2011

Jugando a los dados




Siempre soñé tatuarme algo contigo para quedarme un rato en tu piel.
Nunca creí que te encontraría, pero en mitad de aquella madrugada te encontré.

Entre lágrimas lentas, solitario, jugando a los dados apareciste tú.
Caminabas despacio, como un pasajero enamorado, con los ojos cansados.

Miro el reflejo ente tú y yo, ¿cuál de mis errores -haberte querido o no haberte olvidado- ha sido el peor? Tristes y embrujados, giran ahora los dados.... ¿Así lo quise yo? Duermo despierta.

Busco letras, impaciente, para describir estos instantes que se van. Nos atrapa el silencio, la distancia se acorta y nuestras caras se detienen. Todo se deshace y se derrumba como mis lágrimas que empiezan a caer lentas, muy lentas. Y esa sensación en el estómago es un puñal que me atraviesa.

Siempre soñé tatuarme algo contigo para quedarme un rato en tu piel -¿un nombre, una estatua, un atardecer?-. Juego a la nostalgia. Duermo despierta y, en tu pecho, se esconden dos almas buscando un lugar mejor que el que descubrimos ayer.

Nos sentamos y observamos las fichas en el tablón. Tristes y embrujados, giran ahora los dados. Miro el reflejo entre tú y yo que nos muestra el cristal de la mesa y en la belleza del alba me pregunto cuál de mis errores -haberte querido o no haberte olvidado- ha sido el peor. Los dados se han detenido, como las agujas del reloj. Ya nadie contesta. El tiempo ha muerto, amanece otra vez mientras dormimos despiertos... ¿Así lo quise yo?





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