23 ene 2010

La habitación


Y aquí está el paisaje cotidiano en el que me adentro cada día. Últimamente, la vida es un poco aburrida, insípida, creo que tiene cada vez más forma de inquebrantable rutina. Despertadores, ojeras, manos y pies fríos, sueño. Más sueño. Alarmas, dolor de espalda, dolor de cabeza y una lucecita artificial. En mi particular paisaje diario las montañas no tienen nieve, ni rocas ni picos altos. Mis montañas tienen papeles, papeles y más papeles. Sobre la mesa redonda hay también carpetas, algún rotulador, un manual rojo interminable y otros librillos. Luego está mi taza de The Beatles, esa en la que siempre sobra agua. Ya sólo quedan las dos sillas. Sí, dos. Tengo dos sillas, digo, porque se hace insoportable pasarse sentado tantas horas. Para variar un poco mi soledad estudiantil, cambio de silla cuando me apetece. Así, la espalda duele menos (o más, a mí siempre me duele al final). Pues sí, aquí me paso las horas durante hace no sé ya ni cuántos días. Es triste. Es triste sentirse tan ajeno al mundillo de la calle. Es triste no poder visitar el sofá como antes, o a los amigos, o a esos amores que todos tenemos y que aparecen y desaparecen. En fin. A veces cambio cosas de sitio, o cuelgo más tonterías en la pared para, como si ayudase mucho, verlo todo más bonito. Dicen que uno tiene que sentirse en su "hábitat", perfectamente integrado en su ecosistema. Pero es que mi hábitat es un poco aburrido, y más en invierno. Las horas frente al ordenador, o bailando frente al espejo, o colocando libros en la estantería eran felices, o eso creía. Ahora no. Los exámenes se adueñan de nuestras horas, nuestra mente traga y traga frases extrañas que, como si estuviésemos locos, engullimos.


Qué bonita es la vida de estudiante. Me encanta levantarme, mirar mi cara en el espejo y ver que ella también está cansada, como yo, de todo un poco. Me encanta, cómo no, ponerme ocho capas de ropa y taparme hasta el cuello mientras leo y releo apuntes, leyes, sentencias y otras historias similares. Mi libertad. Quiero mi libertad. Espero que siga esperándome allí cuando todo esto termine, a la vuelta de la esquina. No sirve de nada jugar a ser una niña pequeña. Salir una hora a mi clase de pilates (todo es válido con tal de no perder los nervios, eso no puede pasar), salir a darle de comer a los gatos que tenemos en el huerto del abuelo, salir a tirar la basura, salir a... Y digo salir por decir algo.


En fin. Para bien o para mal estas paredes guardan secretos, guardan historias que nunca contarán a nadie, porque son fieles, son buenas compañeras. Al fin y al cabo, ellas me aguantan cuando me aburro, cuando estudio en voz alta, cuando les pego y les quito cosas, cuando me inclino contra ellas si me siento perdida. Estos días son mis amigas, estos días y muchos otros, los exámenes se reducen a una mera anécdota... Si ellas pudiesen hablar...


Hoy se merecían una entrada, sí, mis cuatro paredes color lila y esta habitación que, la use para lo que la use, siempre es un refugio, siempre es buena para perderse en ella. No puedo decir mucho más, me gustaría, pero es que tengo que mirarme la segunda parte de derecho. Qué bonita es la vida de estudiante...



3 comentarios:

  1. Venga, ánimoooooo, que podemos, ¡no es para tantooo! Yo tengo tiempo para vaguear y vaguear con sentimientos de culpabilidad y todo...

    A mí también me duele la espalda, estudio en la cama por falta de espacio y me tengo que apoyar en la pared y me pongo un cojín, pero ¬¬

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  2. Me siento bastante identificada. El jueves fui al cine porque no podía más. Y eso, ir al gimnasio, o quedarme a jugar un rato a las cartas luego de los exámenes me tranquiliza. La espalda también me duele, y siento frío porque soy así, aunque quieta no me estoy mucho rato ni estudiando. Mi cuarto tiene que estar perfecta y absolutamente ordenado cuando estudio, me vuelvo más maniática que de costumbre. Y bebo tanta agua, coca cola, y otros (leche, té) que voy al baño cada dos minutos. Es como una rutina un tanto extraña. Y desde ayer al mediodía que no me saco el pijama, ni me peino...

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  3. almenys tens les coses ordenades. jo hui he anat emigrant del menjador a l'habitació del meu germà i per la vesprada a l'estudi, i fora com fora, sempre tinc la taula coberta de papers i lleis sense sentit...

    pero... ¡només queden dos dies de tortura!

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