15 oct 2010

Tu naturaleza muerta


Cuando el único sonido perceptible es el estrépito de una bala, cuando el cielo se quiebra por la mitad bajo una somnolienta lluvia de sombras, todo ha muerto.

Extrañas figuras danzan al son de un compás arrítmico que les dirige hacia el borde del precipicio. Los asientos del metro se convierten en mentiras de viento cuando jóvenes y viejos entran y salen de los vagones. Los pasos pesan, los presos pasan lentamente y caminan hasta llegar a un destino cruel: el vacío.

El mundo conocido se vuelve absurdo y el triste escenario de lo cotidiano se convierte en un patético circo donde los trapecistas caen de sus trapecios y los payasos lloran sin consuelo. Los leones atacan con sus garras a sus domadores y los elefantes, que creen poder volar, se estrellan contra el suelo.

Ya nadie aplaude, ya nadie ríe. La vida está en coma y la tierra se divide. Los edificios han perdido sus colores y, mientras el humo invade las casas, los corazones apagan para siempre su ineficiente motor. Hasta las campanas más antiguas han silenciado su voz.

El silencio. El silencio se convierte en tu único amigo. Tú no eres como los demás, crees que hay un lugar mejor para ti y no estás dispuesto a ser carne para los leones. Dejas tu historia y tu casa, cruzas el umbral de la puerta y te despides del río. Hace tiempo que el pueblo también está muerto, pero tú no estás dispuesto a vivir en una tumba. Con tu abrigo y diez monedas, emprendes un viaje sin retorno hacia lo desconocido.

Piedras, árboles que se desnudan y el murmurar de un otoño pasivo. Bajas tu cabeza, centras tus pupilas en las huellas que ya se dibujan en el camino. Has hallado la respuesta y, sin mirar atrás, sigues adelante para olvidar, entre recuerdos, a los que nunca serán tus amigos. Te duele más la verdad que la tristeza. Eres valiente, desapareces borrando para siempre tu naturaleza muerta.


2 comentarios:

  1. Los edificios han perdido sus colores y, mientras el humo invade las casas, los corazones apagan para siempre su ineficiente motor.

    Dejas tu historia y tu casa, cruzas el umbral de la puerta y te despides del río. Hace tiempo que el pueblo también está muerto, pero tú no estás dispuesto a vivir en una tumba. Con tu abrigo y diez monedas, emprendes un viaje sin retorno hacia lo desconocido.

    Eres valiente, desapareces borrando para siempre tu naturaleza muerta.

    Realmente inquietante....

    ResponderEliminar
  2. Me sorprendió el titulo, y mucho más el contenido de este blog. Este texto, me encanta. Espero que ese momento, el momento en el que todo está muerto, no llegue pronto.

    Cordiales saludos

    ResponderEliminar