10 may 2010

Ladrones y fantasmas



Vuelvo al lugar en el que el reo echa las horas, mientras sueño y mi coartada se desmonta.

Sentada bajo la estatua en la que aquellos ojos me encontraron, trazo con mi mirada las líneas de un viejo edificio. Los tejados son azules, infinitos; las ventanas son negras y bordeadas en sus filos. La ciudad no piensa en detenerse y me pierdo con los caminantes entre el humo de un cigarro. Un hombre de pelo cano espera, quizás a alguien o tal vez a la nada. Mientras los minutos pasan, los coches se incendian siguiendo un camino ajeno a la primavera, a los pájaros y a sus trinos. La calma por la tempestad vuelve a ser amenazada.

Sentada bajo el metal que un día me vio soñar, cuento una a una las lágrimas que amanecen en mi cara mientras un fantasma acaba con mi utópica alegría. Vuelve otro ladrón, me roba lo que más quiero y de mis manos lo arranca para ahogarlo en algodón.

Me pregunto qué es vivir, mientras fracasa mi huida y me roban aquella risa en la que antes creía encontrarnos a ti y a mí. Los viajeros, aburridos, miran con calma por la ventana mientras un sol y mi alma se apagan y nada pasa. De repente, un ruido. El estruendo de la tristeza invade el vagón y me recuerda que el viaje acaba. Los muertos, y los recuerdos, parecen habernos vencido.

Se deshace la piel cuando mi todo se derrumba y entro en casa. La esperanza en los tiempos difíciles, dicen, es buena cuando la vida mata. Entre las paredes y los muebles deambula la sombra de una duda resignada. Lleno el vaso y pienso en las fotografías, en los viajes y las promesas que un día hice. La noche quiere dictarme sentencia, pero aprieto los puños para no perder el rumbo y que mis pies se deslicen.


Sentada en la mesa que un día me vio brindar como siempre quisiste, cuento una a una las lágrimas que amanecen en mi cara mientras un fantasma acaba con mi utópica alegría. Vuelve otro ladrón, me roba lo que más quiero y de mis manos lo arranca para ahogarlo en algodón.



Los muertos, y los recuerdos, parecen habernos vencido.

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