Hay noches que duran años.
Aunque tengan cuatro horas,
dos minutos,
o un segundo,
en un vaso de ginebra
me he bebido el mes de abril.
Amarnos sin amarrarnos,
besarnos sin escondernos,
leernos sin acabarnos,
mirarnos para escribir.
Qué primavera sin flores.
No te rías si hoy te digo
que he cambiado mi destino
para no escapar de ti.
Secretos, dinero, piernas.
No sé qué tendrán las otras,
pero esta broma macabra
no me deja ni dormir.
Mi cama, esa sala de espera
por donde la sombra de tus ecos
pasa a tientas y mi boca
mastica dibujos de ti.
Esta ha sido nuestra historia.