15 may 2013

Todo cambió





De repente, era una noche de mayo del año 2003. Eran ellos. Eran sus caras. Eran sus risas. Era ese aire. Movidos por una extraña fuerza, habían vuelto a reunirse. Allí estaban, girando sin parar a tu alrededor. Aquel amor de instituto. Aquella mejor amiga. Aquel amigo de tu amigo. Aquel chico raro. Aquellos compañeros de otro tiempo. Un tiempo que ya no volvió, pero esta noche lo sientes. Recuerdas.

¿Una década prodigiosa? Al menos, la más intensa de tu corta existencia. Esta noche hay un concierto de rap y algo -o alguien- os ha vuelto a reunir. Maldita casualidad. Inoportuna causalidad. Cruzas miradas. Algunos se acercan, te tocan, te saludan, te besan. Otros te ofrecen un sorbo de su bebida. Todo te da vueltas. Ya nadie es quien era. Ya nada es lo que ayer fue. Siguen intactos los ojos, siguen intactos los secretos que nunca volaron libres. Lo demás, se terminó. Fijas tu mirada en esos rostros tan conocidos. Serías capaz de dibujarlos con los ojos cerrados al detalle. Alguien te sonríe. Alguien te saluda prometiendo un café que nunca llegará. Prometiendo falsos reencuentros que uno promete por educación. Y es que uno puede prometer mucho cuando no sabe bien qué decir.

Algunos encuentros son incómodos. Se confunden los derechos y las libertades. Algunas manos buscan lo que nunca tuvieron. Algunas bocas suspiran sedientas. Los años cambian tanto a las personas... Pero algunas parecen no haber crecido. Siempre serán manzanas a punto de madurar. Quizás manzanas podridas. Y aquellos amigos que un día lo fueron todo hoy son ya nada. Meros recuerdos. Sólo humo. Los abrazos ahora te resultan tan fríos, tan vacíos, tan plastificados. Muchos se apartan cuando pasas por su lado. Otros, que alguna vez te odiaron, hoy te sonríen y te toman de la mano. Tanta educación repentina te provoca náuseas. No entiendes nada. Sólo observas la escena y, de golpe, empiezas a recordar. La noche huele a flores, a porros y a tierra mojada. Te dejas caer en la hierba. No quieres que nadie te pueda encontrar.

Pero ahí está él. Apenas le conoces, pero permanece a tu lado quieto y en silencio cual ángel. Le debes tanto... Aprietas su mano y, con la poca cordura que te queda, ves cómo todo lo que conocías y lo que aún no conoces cobra sentido. Todos han venido esta noche, pero sientes que ya no les conoces. Sientes que todos se van. Sientes que una noria te hace subir y bajar mientras tu estómago se estremece. De él no sabes nada, pero no te hace falta. Ha venido a rescatarte. Ha venido a acompañarte para que, cuando sientas que todo lo que fuiste y lo que todos fueron ha muerto, no te tiemblen las piernas y caigas.

Mira cómo han pasado los días. Mira cómo han desaparecido los años. Todo es confuso y falso. Todos fue una mentira. El tiempo se detiene y revives una década. Ya no hay nadie. Sólo sombras. Todos han cambiado. Llega la madrugada. Todos se han ido. ¿Y Amélie? De la pequeña Amélie, sólo el rojo de sus labios ha quedado.

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