5 abr 2011

¡Para!



Se ahogan, mueren en el intento de poder serlo todo a la vez sin ser nada. Quieren ser alguien, no saben ser nadie, el tiempo gira rápido y nadie les para. La Tierra no para, las calles no paran, los odios no paran, las envidias no paran. Entonces una luz, roja como la granada, cuando en medio del tráfico alguien llora y grita ¡mundo loco, para, para!

Almas mecanizadas, mentes anestesiadas por el afán de la absurda competencia. Una sombra sin cabeza nos da la bienvenida cuando lo más horrible de los corazones rompe su estado de latencia. Todo es una carrera que dirige hacia el abismo. Ciegos y ensimismados, hombres y mujeres caen presa de su propio egoísmo.

Se agitan las redes sociales, asesinado queda el autoestima de pobres mortales. Los amigos quieren ser amigos, los amantes ya no saben ser amantes. Celos e infidelidades en las redes sociales. Asesinado queda el autoestima de los pobres mortales.

La Tierra no para, las calles no paran, los odios no paran, las envidias no paran. Entonces una luz, roja como la granada, cuando en medio del tráfico alguien llora y grita ¡mundo loco, para, para!

En medio de la jaula, el águila quiere salir. No le dejan mover sus alas, ya no sabe ni vivir. Sueña con un cielo amplio del color de las naranjas. Sueña con un mar tranquilo, sueña con poder sobrevivir.

Es grave la enfermedad que somete a los pueblos de este mundo frenético.


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